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Salvaguardar la misión en entornos sociales inestables

Los adventistas se hallan comprometidos en la misión de comunicar a todos los pueblos el evangelio eterno del amor de Dios, llevándolos a aceptar a Jesús como Señor y Salvador personal, a unirse a su iglesia remanente, y a prepararse para el pronto regreso de Cristo. Esta misión se lleva a cabo a través de diversos métodos de predicación, enseñanza y cuidado de la salud. De este modo, una infraestructura mundial vincula a las iglesias locales con la comunidad religiosa internacional. La Iglesia ha establecido también numerosas instituciones educativas y sanitarias, y medios de comunicación, fundamentales para notificar y mostrar su enfoque en la misión y en la testificación del evangelio por medio del servicio a los demás.

Las iglesias e instituciones adventistas realizan sus funciones en entornos sociales, políticos y religiosos diversos. Las leyes nacionales y locales de muchos lugares del mundo se han visto influenciadas por la cosmovisión y la moral cristianas, o han sido compatibles con ellas. Sin embargo, en los últimos tiempos, la preocupación existente por las políticas sociales se ha convertido en un factor determinante a la hora de promulgar nuevas leyes. Esto ha dado lugar a nuevos entornos, en ocasiones opuestos a la práctica y la defensa de las creencias y valores morales históricos del cristianismo. Las circunstancias varían ampliamente de unos lugares del mundo a otros, por lo que resulta difícil dar una única respuesta a todos los casos.

Uno de los ámbitos en que a veces se ven puestos a prueba los valores y las creencias adventistas es la legislación laboral. Por otra parte, algunos países promulgan leyes que parten de una nueva definición del matrimonio, o que defienden una serie de expresiones y conductas asociadas con la identidad sexual. Los adventistas creen que el matrimonio es la unión de amor y compañerismo para toda la vida entre un hombre y una mujer* y que la Biblia no da cabida a la actividad ni a las relaciones homosexuales.** La Iglesia no acepta la idea de los matrimonios del mismo sexo ni aprueba la defensa ni la práctica de la homosexualidad. Es probable que la práctica de estas creencias en las culturas que cuentan con este tipo de leyes se convierta en un asunto polémico.

En muchos países, la Iglesia goza de libertad de expresión y de la oportunidad de aplicar criterios de contratación preferencial. Sin embargo, existen numerosas dependencias e instituciones de la Iglesia en territorios donde, con excepción de las funciones puramente eclesiásticas, no está permitido aplicar criterios de contratación preferencial. Se requiere mucha prudencia para que el testimonio adventista no quede silenciado por las acciones de sus dirigentes, ni se vea comprometida su oportunidad de dar testimonio como resultado del surgimiento innecesario de oposición. Los principios presentados a continuación tienen como objetivo servir de ayuda a los dirigentes de la Iglesia ante las delicadas situaciones que se les pueden presentar, de modo que no dejen de sustentar las creencias adventistas en cuestiones relacionadas con prácticas religiosas y laborales.

Se recomienda aprobar los siguientes principios para que sirvan de guía a las entidades e instituciones de la Iglesia que, por causa de la inestabilidad de su entorno social, eventualmente tengan que valorar y salvaguardar su capacidad para cumplir la misión. Estos principios deberían ser sopesados en su totalidad para determinar cuál es el curso de acción apropiado en situaciones en las que la Iglesia o sus instituciones encuentran oposición legal.

1. Capacidad de seguir adelante con la misión y con la testificación. La misión y la testificación cristianas tienen lugar en un mundo caído, bajo circunstancias que no siempre son favorables o neutrales. En situaciones así, la respuesta cristiana no ha de ser retroceder ni abandonar la misión, sino encontrar el modo de dar testimonio a pesar de las circunstancias. La capacidad de dar testimonio y de seguir adelante con la misión debería ser un elemento primordial a tener en cuenta a la hora de determinar de qué manera responder ante situaciones difíciles.

2. Demostración de buena ciudadanía. Los cristianos viven en dos comunidades simultáneamente, en la sociedad secular y en el reino de Dios, por lo que poseen lealtades y obligaciones hacia ambos. Los cristianos deberían ser buenos ciudadanos de ambas comunidades. Cuando haya tensión entre las dos, el cristiano demostrará su fidelidad a las convicciones religiosas que se basan en la Biblia. En todas las demás cuestiones, las enseñanzas de la Biblia aconsejan al cristiano que acepte y cumpla con las obligaciones de su ciudadanía terrenal.

3. Aceptación de que existen límites que no se pueden traspasar si se quiere llevar adelante la misión. Los miembros y las organizaciones de la Iglesia viven en el mundo pero no son «del mundo». Esta permanente realidad explica por qué la Iglesia no siempre puede acomodarse a las costumbres que prevalecen en la sociedad. La fidelidad a su comprensión de las enseñanzas de la Biblia requiere que se establezcan límites más allá de los cuales la Iglesia no pueda ni quiera avanzar. Tomar otro camino significaría que sus esfuerzos misioneros resultaran contradictorios y perdieran todo sentido. La experiencia que lleva a una determinada organización hasta ese punto puede variar de un lugar a otro. Cada situación ha de ser evaluada a la luz de las circunstancias del momento.

4. Los ajustes realizados para cumplir las leyes no hacen variar las posiciones de la Iglesia. Es muy probable que los patrones de respuesta de las diversas entidades difieran en ciertos sentidos antes de llegar al límite establecido, es decir, a ese punto más allá del cual la Iglesia estaría negando sus convicciones y abandonando su misión y testimonio. La máxima preocupación en estas situaciones no tiene que ver con el cuestionamiento o la variación de la posición de la Iglesia, sino con hallar el modo de llevar esa posición a la práctica sin abandonar su misión.

5. Los reglamentos laborales han de ser revisados periódicamente a la luz de los diversos contextos. Se espera que todas las instituciones adventistas que tengan empleados revisen de manera periódica su reglamentación laboral, así como las normas de conducta que se aplican en el lugar de trabajo.

6. La respuesta institucional determinada por las juntas directivas. La Iglesia Adventista del Séptimo Día ejercerá su derecho a la libertad religiosa y a la práctica de contratación preferencial hasta donde se lo permitan las leyes. En caso de que, a juicio de la junta directiva de una organización, la aplicación de las leyes o la supresión de la libertad religiosa interfiera con su capacidad de proseguir con su misión, la organización podrá buscar amparo legal (ya sea iniciando una demanda o defendiéndose de demandas interpuestas en su contra). En caso de que no obtenga un resultado favorable, podrá reorganizarse o cesar sus actividades.

7. Realizar consultas en lugar de tomar decisiones unilaterales. Una organización o institución adventista no actuará unilateralmente en estas cuestiones. Su junta directiva buscará el asesoramiento de los administradores de las organizaciones supervisoras (asociación, unión, división) o de la Asociación General (en el caso de las instituciones de la Asociación General) antes de decidir el tipo de respuesta que dará a la legislación que la obligue a asumir prácticas que entren en conflicto con sus creencias y valores.

8. Asesoramiento antes de entrar en litigio. En las situaciones en que una entidad de la denominación se haya planteado entrar en litigio, o en las que tenga que defenderse de una demanda relacionada con la orientación y la expresión sexual de un empleado, la administración de la entidad buscará el asesoramiento de la Secretaría de Asuntos Legales de la Asociación General, antes de iniciar o de responder a la demanda.

 

Documento aprobado el 15 de octubre de 2007 en el Concilio Anual de la Asociación General en Silver Spring, Maryland.

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