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Principios cristianos para la intervención genética

Introducción

La mayor parte de los nuevos avances que se han producido en el campo de la genética son resultado de un conocimiento cada vez mayor de la estructura de los genes, no solo de los genes humanos, sino de la de todos los seres vivos (al final de esta declaración podrá consultar el glosario con las definiciones de las palabras en cursiva). Entre estos avances destacan el mapeo genético (también conocido como cartografía genética), los nuevos medios para realizar exámenes genéticos, las nuevas posibilidades que ofrece la ingeniería genética, y diversas formas de eugenesia que hubieran sido inimaginables hace tan solo unos años. En pocas palabras, los nuevos conocimientos genéticos han dado lugar a un poder sin precedentes. Junto con ese poder se hace patente el potencial de hacer un bien o un mal incalculables. Y ese poder tan grande implica asimismo una gran responsabilidad. Desde el punto de vista de la fe cristiana, somos responsables por el uso de este poder no solo ante la humanidad, sino también ante todo tipo de vida creada que Dios nos ha encomendado cuidar. En última instancia, habremos de rendir cuentas ante el Creador del universo, que nos hace responsables del cuidado de los demás seres vivos y de la tierra.

Cuando toda la creación salió de las manos del Creador era «buena en gran manera» (Gén. 1: 31). La dotación genética que Adán y Eva recibieron de parte de su Creador no tenía ningún defecto. Las enfermedades genéticas que sufren actualmente los seres humanos no son el resultado de variaciones normales, sino que se han desarrollado mediante mutaciones perjudiciales. Al restaurar el genoma humano a una condición más saludable, las ciencias modernas de la salud pueden tratar de recuperar en parte la situación original de la creación. Mientras estas útiles intervenciones genéticas puedan llevarse a cabo en armonía con los principios cristianos, han de ser bienvenidas como una ayuda divina para aliviar los dolorosos resultados del pecado. Cualquier intento de establecer principios éticos extensivos a las intervenciones genéticas se halla abocado a confrontar las complejidades de un campo de la ciencia que está cambiando a pasos agigantados.

Desde que se descubrió la estructura molecular del ADN (ácido desoxirribonucleico), los conocimientos genéticos han florecido dentro de un ámbito aún más amplio de formas de vida. Gran parte de los avances producidos en la información y en la capacidad tecnológica han venido acompañados de significativos cuestionamientos éticos. No podemos más que empezar a imaginar los cuestionamientos que surgirán en el futuro, a medida que avance la ciencia genética. La complejidad de estos asuntos y la velocidad vertiginosa a la que cambian hacen probable que estas declaraciones de principios cristianos tengan que irse ampliando y modificando a medida que pase el tiempo.

Uno de los campos donde se están produciendo cambios a mayor velocidad es el mapeo genético. En un esfuerzo científico internacional conocido como el Proyecto Genoma Humano se está tratando de establecer un mapa genético detallado de todos los cromosomas humanos. El objetivo es proporcionar una descripción de la secuencia de los millones de pares de bases químicas de ADN que contienen los cromosomas humanos. Los investigadores esperan usar esta información para facilitar la identificación y el aislamiento de los genes humanos, y con ello proporcionar una ayuda útil que permita comprender mejor el desarrollo humano y el tratamiento de las enfermedades. Continuamente se descubren nuevos detalles sobre la identidad, el papel y la función de los genes humanos.

El cada vez mayor conocimiento que existe en relación con la identidad de los genes humanos ha originado un buen número de nuevas posibilidades para llevar a cabo pruebas genéticas. En el pasado, la información genética de un individuo era inferida mayormente a partir de su historial médico familiar o gracias a observaciones clínicas de su fenotipo, es decir, de las manifestaciones físicas de los genes del individuo. En la actualidad, un número creciente de sofisticados análisis genéticos permite identificar los genes defectuosos que causan enfermedades genéticas como por ejemplo la fibrosis quística, la enfermedad de Huntington y algunos tipos de cáncer. Muchas de estas pruebas ya pueden realizarse durante el embarazo. Existe el potencial de identificar cientos de características genéticas, incluido un amplio espectro de trastornos genéticos.

Un resultado adicional del conocimiento genético básico es la capacidad de alterar los genes de manera intencional, lo que se conoce como ingeniería genética. Mediante el uso de enzimas que tienen la capacidad de suprimir segmentos concretos de los genes, es posible realizar cambios en la composición genética de las células al insertar, eliminar o cambiar ciertos genes en forma deliberada. La ingeniería genética presenta nuevas posibilidades asombrosas, incluida la transferencia de genes a través de las fronteras biológicas, como por ejemplo, de los animales a las plantas. El potencial de mejorar las formas de vida parece ilimitado. Las plantas manipuladas genéticamente, por ejemplo, pueden llegar a ser más productivas, más resistentes a las enfermedades, o menos susceptibles a los procesos internos de descomposición.

La ingeniería genética ha beneficiado muy directamente a la medicina. Ha hecho posible, por ejemplo, la producción de insulina humana y del factor de crecimiento humano, ninguno de los cuales podía obtenerse antes en cantidades suficientes. La ingeniería genética también permite tratar enfermedades mediante la alteración genética. Con este tipo de tratamiento, un paciente cuyas células contengan genes defectuosos o a las que les falten genes puede recibir el material genético que necesita. Nadie sabe con certeza cuántas enfermedades genéticas podrán llegar a tratarse de este modo algún día, pero los éxitos iniciales en el caso de enfermedades como la fibrosis quística nos permiten albergar esperanzas de que puedan llegar a tratarse otros trastornos genéticos.

Todos estos conocimientos genéticos también producen nuevas posibilidades en el campo de la eugenesia, es decir, en los intentos por mejorar el patrimonio genético (también llamado reserva genética) de diversas especies, incluidos los seres humanos. En términos generales, esos intentos se clasifican en dos tipos: la eugenesia negativa, que utiliza técnicas cuyo objetivo es prevenir que se hereden genes defectuosos y la eugenesia positiva, que utiliza técnicas cuyo objetivo es promover la transmisión de genes deseables. Un ejemplo de eugenesia negativa, común en el pasado, es la esterilización de personas que, según se consideraba, tenían genes defectuosos que podían ser hereditarios. Un ejemplo de eugenesia positiva es la selección de donantes para la inseminación artificial por características tales como un alto nivel de inteligencia, que son consideradas características deseables.

Preocupaciones éticas

Para enfocar correctamente este asunto, es útil que analicemos algunas de las preocupaciones éticas actuales para las que procuramos afirmar los principios cristianos. Podemos clasificar estas preocupaciones en cuatro categorías básicas: la santidad de la vida humana, la protección de la dignidad humana, la aceptación de responsabilidades sociales y la mayordomía sobre la creación de Dios

Santidad de la vida humana

Si el determinismo genético reduce el significado de la humanidad a los procesos mecánicos de la biología molecular, existe una posibilidad muy real de que se devalúe la vida humana. Por ejemplo, las nuevas posibilidades de realizar pruebas genéticas antes del nacimiento, incluido el análisis de preembriones humanos antes de su implantación, genera interrogantes sobre el valor de la vida humana cuando esta posee defectos genéticos. ¿Cuán grave ha de ser un defecto genético que se diagnostica en forma prenatal para constituir una razón legítima desde el punto de vista ético para descartar el preembrión o para inducir el aborto? Algunas afecciones, como por ejemplo el síndrome de Edwards, también conocido como trisomía 18, por lo general se consideran incompatibles con la vida, pero la relativa gravedad de la mayoría de los defectos genéticos es cuestión de opiniones.

Protección de la dignidad humana

La protección de la privacidad y de la confidencialidad constituye una de las mayores preocupaciones asociadas con las nuevas posibilidades de la ingeniería genética. El conocimiento del perfil genético de una persona podría tener un valor significativo para potenciales empleadores, compañías aseguradoras y para todos los que se relacionen con esa persona. Más allá de que las pruebas genéticas deban ser voluntarias u obligatorias, hay importantes cuestiones éticas que deben debatirse, como por ejemplo en qué momento y quién será responsable de realizar las pruebas, y hasta qué punto y con quién se debería compartir la información que se obtenga de ellas. Es necesario tomar decisiones difíciles para determinar si habrá excepciones a las expectativas usuales de confidencialidad y privacidad cuando otras personas puedan sufrir daños considerables como resultado de la falta de información. Se halla en juego la protección a las personas de ser estigmatizadas o discriminadas injustamente sobre la base de su constitución genética.

Otras preocupaciones relacionadas con la dignidad humana se desprenden de la posibilidad de alterar intencionadamente el patrimonio genético. Las intervenciones médicas en caso de enfermedades genéticas pueden ser destinadas al tratamiento de las células del organismo que tengan defectos genéticos o bien a la alteración de las células reproductoras. Los cambios en las células reproductoras humanas podrían llegar a ser una parte permanente del patrimonio genético humano. Las intervenciones también podrían extenderse más allá del tratamiento de las enfermedades para incluir intentos de mejorar las que con anterioridad eran consideradas características humanas normales. ¿Qué implicaciones tiene esto sobre lo que significa ser humano, por ejemplo, en caso de que estuviera a nuestro alcance mejorar la inteligencia o la psiquis humanas?

Aceptación de responsabilidades sociales

El poder que resulta de los nuevos conocimientos genéticos también genera preocupaciones sobre la ética de las políticas sociales y los límites entre las libertades individuales y las responsabilidades sociales. Por ejemplo: ¿Debería desarrollar la sociedad políticas que tengan por objetivo fomentar la eugenesia, ya sea positiva o negativa? ¿Debería darse total libertad de procreación a los individuos que sufren graves trastornos genéticos?

Otra causa de preocupación social tiene que ver con la utilización de los recursos de la sociedad. Se pueden plantear interrogantes en relación con la cantidad de recursos sociales que debería utilizarse para llevar a cabo intervenciones genéticas humanas cuando ni siquiera está plenamente al alcance de todos una atención primaria de salud. Otros interrogantes tienen que ver con la distribución de los beneficios y las cargas económicas de las intervenciones genéticas, y la forma en que estas se repartirán entre los ricos y los pobres de la sociedad.

La mayordomía sobre la creación de Dios

A medida que se siguen desarrollando las posibilidades de la ingeniería genética, diversas especies que habitan sobre la tierra podrían sufrir numerosos cambios. Estos cambios tienen el potencial de ser permanentes y, hasta cierto punto, impredecibles. ¿Qué límites deberían imponerse a la alteración genética, en caso de que haya que imponer alguno? ¿Existen límites que no deban traspasarse en la transferencia de genes de una forma de vida a otra? Es de esperar que los cambios genéticos tengan como finalidad mejorar la vida en nuestro planeta, no obstante, hay razones para estar preocupados. Por ejemplo, ya se han estado analizando alteraciones genéticas con el propósito de desarrollar nuevas armas biológicas. La explotación de otras formas de vida por razones de seguridad militar o de ganancia económica tiene que llevar a un cuidadoso escrutinio moral.

Teniendo en cuenta preocupaciones éticas como las mencionadas, afirmamos los siguientes principios cristianos para la intervención genética.

Principios

1. Confidencialidad. El amor cristiano demanda que se mantenga la confianza en las relaciones humanas. La protección de la confidencialidad es esencial para conservar dicha confianza. Con el fin de salvaguardar la privacidad personal y proteger contra la discriminación injusta, debería mantenerse en reserva toda información sobre la dotación genética de una persona, a menos que ella elija compartir esa información. En los casos en que otras personas puedan sufrir graves daños que puedan evitarse transmitiendo la información genética de un individuo, existe la obligación moral de compartir la información necesaria (Mat. 7: 12; Fil. 2: 4).

2. Fidelidad a la verdad. La obligación cristiana de ser fieles a la verdad requiere que se informe de modo claro y comprensible de los resultados de las pruebas genéticas a la persona afectada o a miembros responsables de su familia, en caso de que el afectado no esté capacitado para entender la información (Efe. 4: 25).

3. Honrar la imagen de Dios. Los humanos son los únicos seres creados a la imagen de Dios (Gén. 1: 26, 27). El reconocimiento cristiano de la sabiduría y el poder de Dios manifestados en la creación debería llevarnos a ser cautos a la hora de tratar de alterar de manera permanente el patrimonio genético humano (Gén. 1: 31). Dado el conocimiento actual, las intervenciones genéticas en humanos deberían limitarse al tratamiento de individuos con afecciones genéticas (terapias de células somáticas) y no deberían incluir intentos de cambiar las células reproductoras humanas (alteraciones de las células germinales) que puedan afectar la imagen de Dios en las generaciones futuras. Toda intervención en los seres humanos por razones genéticas debería llevarse a cabo tomando grandes precauciones morales y protegiendo de manera apropiada la vida humana en todas las etapas de su desarrollo (respecto al aborto selectivo, ver los principios que aparecen en «El aborto», p. 216).

4. Prevención del sufrimiento. Es una responsabilidad cristiana prevenir y aliviar el sufrimiento siempre que resulte posible (Hech. 10: 38; Luc. 9: 2). De ahí que los únicos propósitos de la intervención genética humana deberían ser el tratamiento y la prevención de enfermedades, y el alivio del dolor y el sufrimiento. Por causa de las tendencias de la naturaleza humana pecaminosa, de la posibilidad que existe de que se produzcan abusos y de los riesgos biológicos que aún no conocemos, es necesario ser enormemente prudentes ante todo intento de modificar las características físicas o mentales por medio de intervenciones genéticas en personas saludables que se encuentran libres de afecciones genéticas.

5. Libertad de elección. Dios valora la libertad humana y rechaza toda forma de coacción. Las personas capaces de tomar sus propias decisiones deberían sentirse libres de decidir si someterse o no a exámenes genéticos. También deberían ser libres de decidir de qué manera actuar en relación con los resultados de dichos exámenes, excepto cuando otros puedan sufrir daños que puedan evitarse. Una decisión responsable desde el punto de vista moral puede implicar renunciar a la procreación con el fin de evitar claros riesgos de transmitir graves defectos congénitos. Si bien las decisiones relacionadas con la procreación y los exámenes genéticos son totalmente personales, cada cual debería tomarlas teniendo en cuenta el bien común.

6. Mayordomía sobre la creación. Salvaguardar la creación de Dios implica apreciar la diversidad y el equilibrio ecológico del mundo natural y sus innumerables especies de criaturas vivientes (Gén. 1). Las intervenciones genéticas en plantas y animales deberían mostrar respeto por la rica variedad de formas de vida. Deberían prohibirse la explotación y las manipulaciones que tengan el potencial de destruir el equilibrio natural o degradar el mundo creado por Dios.

7. No violencia. Toda manipulación genética que tenga como propósito desarrollar armas de guerra constituye una afrenta directa a los valores cristianos de la paz y la vida. Es inaceptable desde el punto de vista moral abusar de la creación de Dios transformando formas de vida en elementos de destrucción (Apoc. 11: 18).

8. Equidad. Dios ama a todos los seres humanos, con independencia de su estatus social (Hech. 10: 34). Los beneficios de la investigación genética deberían estar disponibles para todo aquel que necesite de ellos, sin ningún tipo de discriminación injusta.

9. Dignidad humana. Los seres humanos, que han sido creados a la imagen de Dios, son más que tan solo la suma de sus genes (Gén. 1: 27; Hech. 17: 28). La dignidad humana no debería quedar reducida a mecanismos genéticos. Es necesario tratar a las personas con dignidad y respeto por sus cualidades individuales, sin estereotiparlas sobre la base de su herencia genética.

10. Favorecer la salud. Los cristianos tienen la responsabilidad de mantener la salud del cuerpo, lo cual incluye la salud genética (1 Cor. 10: 31). Esto significa que deberían evitar todo aquello que pueda resultar destructivo para sus genes o los de sus descendientes, como lo es el abuso de sustancias y el exceso de radiación.

Glosario

ADN (ácido desoxirribonucleico). Molécula en forma de doble hélice que contiene el código de la información genética. En la mayoría de las especies, es la principal molécula de la herencia.

ADN recombinante. Secuencia nueva de ADN que se produce de manera artificial al unir segmentos de ADN.

célula germinal. Célula reproductora.
célula somática. Toda célula del organismo que no sea reproductora.

cromosoma. Pequeños corpúsculos en forma de bastoncillos compuestos por una hebra lineal de ADN que se encuentra entretejida con la proteína. Es la estructura que contiene los genes de las células vivas. Los seres humanos tienen 23 pares de cromosomas.

enzima. Proteína que facilita ciertas reacciones químicas sin cambiar su dirección ni su naturaleza.

eugenesia. Técnicas para mejorar el patrimonio genético de una especie, ya sea para impedir la transmisión de características no deseadas como para aumentar la transmisión de las deseadas.

eugenesia negativa. Técnicas para impedir la transmisión de las características genéticas que se consideran indeseables.

eugenesia positiva. Técnicas para promover la transmisión de las características genéticas que se consideran deseables.

fenotipo. Características observables que resultan de un genotipo con la influencia de factores ambientales.

gen. Unidad básica de la herencia. Es una sección del ADN que contiene información para la producción de ciertas moléculas de proteína.

genoma. Todo el material genético contenido en los cromosomas de un organismo o individuo concreto.

genotipo. Constitución genética de un individuo. implantación. Fijación de un embrión a la pared del útero.

ingeniería genética. Proceso de alteración de la constitución genética de una célula u organismo por medio de la inserción, eliminación o cambio intencional de determinados genes.

mapeo genético. Resultado del proceso de determinar la secuencia genética de una especie.

mutación. Alteración permanente del ADN que puede ser heredada.

pares de bases. Unidades de medida de la longitud del ADN. Los pares de bases están compuestos por la adenina (A), que siempre va acompañada de la timina (T), y la guanina (G), que siempre tiene que formar un par con la citosina (C).

preembrión. Óvulo fertilizado antes de su implantación y del comienzo del embarazo.

proyecto Genoma Humano. Nombre dado al proyecto científico internacional que tiene como objetivo construir un mapa detallado de los genes humanos, identificando su estructura y función.

prueba genética. Nombre dado al examen de la constitución genética de las personas con el propósito de identificar posibles rasgos hereditarios, incluidos defectos y anormalidades.

terapia genética. El reemplazo o la reparación, con fines médicos, de los genes defectuosos de las células vivas.

 

Documento elaborado en marzo de 1995 por la Comisión de Perspectiva Cristiana sobre la Vida Humana, y aprobado por la Junta Administrativa de la Asociación General el 13 de junio de 1995.

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