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La Iglesia Adventista del Séptimo Día exhorta a todos los ciudadanos de todos los países a cooperar con la erradicación de la epidemia mundial de las drogas, que socava la estructura social de las naciones y en la esfera individual a menudo mata a sus víctimas o las conduce a una vida delictiva.

Los adventistas creemos que la Biblia enseña que el cuerpo humano es «templo del Dios viviente», y que debería ser cuidado sabiamente (2 Cor. 6: 15-17).

La Creencia Fundamental número 22 de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, que se basa en la Biblia, expresa: «Junto con la práctica adecuada del ejercicio y el descanso, debemos adoptar un régimen alimentario lo más saludable posible, y abstenernos de los alimentos inmundos, identificados como tales en las Escrituras. Considerando que las bebidas alcohólicas, el tabaco y el uso irresponsable de drogas y narcóticos son dañinos para nuestros cuerpos, debemos también abstenernos de todo ello. En cambio, debemos participar en todo lo que ponga nuestros pensamientos y nuestros cuerpos en armonía con la disciplina de Cristo, quien quiere que gocemos de salud, de alegría y de todo lo bueno» (Manual de la Iglesia, edición 2010, p. 178).

Para gozar de una vida plena, los adventistas nos exhortan a llevar un estilo de vida que se abstenga del tabaco, las bebidas alcohólicas y el consumo de drogas.

Uso, abuso y dependencia de sustancias químicas

La Iglesia Adventista del Séptimo Día, organizada oficialmente en 1863, se ha posicionado desde sus mismos inicios con respecto al consumo de bebidas alcohólicas y de tabaco, condenando el consumo de ambas sustancias por ser destructivas de la vida, de la familia y de la espiritualidad. La iglesia adoptó, en la práctica, una definición de la temperancia que apela a la abstinencia de lo nocivo, y un uso prudente y moderado de lo bueno.

La posición de la Iglesia con respecto al consumo de alcohol y de tabaco no ha variado. Durante las últimas décadas se han promovido activamente en la Iglesia programas de educación en contra del alcohol y las drogas, y nos hemos unido a otras entidades para educar a la población sobre la prevención del alcoholismo y las drogodependencias. A principios de la década de los sesenta, la Iglesia creó un «Plan para dejar de fumar» que ha alcanzado una gran difusión mundial, y ha ayudado a miles de fumadores a abandonar el cigarrillo. Este programa, que originalmente se conoció como el «Plan de Cinco Días», ha sido probablemente el más exitoso de todos los programas para dejar de fumar.

La creación de innumerables nuevas drogas de diseño y el redescubrimiento y tráfico de antiguos productos de origen natural como la marihuana y la cocaína, ha agravado en la actualidad un problema que antes

era comparativamente más sencillo, y constituye un creciente desafío tanto para la iglesia como para la sociedad. En una sociedad que tolera e incluso promueve el consumo de drogas, la adicción supone una constante amenaza.

La Iglesia está redoblando sus esfuerzos en el ámbito de la prevención de la dependencia de sustancias químicas mediante la implementación de nuevos planes de estudio en sus instituciones educativas y de programas que ayuden a los jóvenes a mantenerse alejados del alcohol y las drogas.

La Iglesia también procura ser una voz influyente que llame la atención de los medios de comunicación, las autoridades públicas y los legisladores respecto a los daños que está sufriendo la sociedad como resultado de la promoción y distribución continuas del alcohol y del tabaco.

La Iglesia sigue creyendo que la enseñanza de Pablo en 1 Corintios 6: 19, 20 sigue plenamente vigente hoy: Nuestro «cuerpo es templo del Espíritu Santo», y debemos «honrar» a Dios con nuestro cuerpo. Pertenecemos a Dios, somos testigos de su gracia. Hemos de esforzarnos por estar en las mejores condiciones físicas y mentales, para que podamos disfrutar de una directa relación con Dios honrando su nombre.

 

Declaración pública dada a conocer por Neal C. Wilson, presidente de la Asociación General, tras consultas con los dieciséis vicepresidentes de la Iglesia Adventista, el 5 de julio de 1990, en el Congreso de la Asociación General celebrado en Indianápolis, Indiana.

Adventista.es