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Declaraciones oficiales

Las actividades competitivas

La Iglesia Adventista del Séptimo Día y sus diversas instituciones, preocupadas por la competitividad y la rivalidad, quieren aclarar su posición y dar algunas orientaciones para el desarrollo de actividades donde se puedan dar estos dos problemas. Basadas en la Biblia y en el Espíritu de Profecía, estas propuestas tienen el propósito de orientar y conducir a los miembros, a las iglesias, asociaciones e instituciones de la Iglesia.

El plan de Dios

1. Un camino mejor. El ideal es que haya cooperación y unidad en la iglesia de Dios, como lo ilustra 1 Corintios 12: 12-31, donde las diversas partes de la iglesia, simbolizadas por los distintos miembros del cuerpo, trabajan juntas para bien de todo el organismo. En este caso, la cooperación es total, no existe rivalidad.

2. El plan de Dios para su obra. «La edificación del carácter es la obra más importante que jamás haya sido confiada a los seres humanos, y nunca antes ha sido su estudio diligente tan importante como ahora […]. Nunca antes se hallaron los jóvenes frente a peligros tan grandes como los que tienen que arrostrar hoy […]. En el plan de vida de Dios hay un lugar para cada ser humano. Cada uno debe perfeccionar hasta lo sumo sus talentos, y la fidelidad con que lo haga, sean estos pocos o muchos, le da derecho a recibir honor. En el plan de Dios no tiene cabida la rivalidad egoísta» (La educación, cap. 25 «La educación y el carácter», pp. 203, 204).

Un enfoque equilibrado de la vida

Los adventistas creemos que el ser humano es una unidad multidimensional cuyas necesidades físicas, mentales, sociales y espirituales se hallan interrelacionadas y son interdependientes. Estamos preocupados por el desarrollo integral del individuo, y creemos que todos necesitamos realizar con regularidad ejercicio físico adecuado y planificado. Con el propósito de satisfacer esta necesidad, a comienzos del siglo XX las instituciones adventistas —situadas por lo general en zonas rurales— ofrecían amplias oportunidades para el ejercicio físico.

En la actualidad, nuestras instituciones están localizadas en entornos más poblados, lo cual reduce las oportunidades de revitalizarse por medio del trabajo útil. Además de este cambio de una sociedad rural a una urbana, han disminuido las ocupaciones que exigen actividad física, se han multiplicado las tensiones y el tiempo libre se dedica cada vez más a entretenimientos sedentarios tales como escuchar la radio, ver la televisión o ir al cine. Para compensar estos cambios, es necesario fomentar en nuestras escuelas de iglesia, iglesias y otras instituciones un enfoque bien equilibrado del ejercicio físico.

Toda planificación llevada a cabo en nuestras iglesias o instituciones educativas que incluya actividades físiscas puede tener resultados beneficiosos si se rige por los siguientes ideales: cooperación, deferencia, abnegación, espíritu cordial, deseo de disfrutar y no de ganar, y respeto no solo por la letra, sino por el espíritu de las reglas.

«La recreación, cuando responde a su nombre, re-creación, tiende a fortalecer y reparar» (La educación, cap. 23, «La recreación», p. 187). No fomentará el egoísmo, la rivalidad, la hostilidad, los conflictos, el afán por la supremacía y el amor a los placeres, ni el malsano fanatismo.

Si quieren obtener resultados, nuestros líderes asumirán la responsabilidad de alcanzar estos objetivos.

Propósitos y objetivos de las actividades de la iglesia

Todos los programas y actividades de la iglesia deberían contribuir al desarrollo de un carácter semejante al de Cristo y a una testificación eficaz. Para ello, han de tener los siguientes objetivos:

1. Fomentar el amor cristiano y un trato desinteresado a los demás (1 Cor. 13).

2. Procurar el respeto y la fraternidad entre los creyentes, tal como lo ilustra la imagen del cuerpo de la iglesia como una unidad (1 Cor. 12).

3. Dejar a un lado toda rivalidad egoísta y cultivar experiencias elevadoras de cooperación.

4. Mejorar la salud física, mental y espiritual.

5. Fomentar y desarrollar sanas relaciones sociales.

6. Inspirar y guiar hacia una alabanza correcta de Dios.

7. Motivar a los participantes a alcanzar los mayores logros de que son capaces en toda actividad digna.

8. Movilizar los numerosos recursos humanos de la iglesia para la ganancia de almas.

Toda actividad que no cumpla con estos objetivos básicos ha de ser rechazada.

Casos concretos

En armonía con estas declaraciones de propósito, se hacen las siguientes recomendaciones para evitar recurrir a actividades competitivas como herramienta de motivación dentro de la iglesia:

1. No ha de fomentarse la asistencia ni la exposición a actividades altamente competitivas y comerciales.

2. Han de elegirse actividades alternativas que no impliquen una competitividad malsana.

3. A la hora de incentivar la participación individual y el progreso personal en la iglesia, los programas han de organizarse de tal modo que los participantes tengan como objetivo mejorar su nivel de rendimiento y no las rivalidades interpersonales, entre iglesias o entre instituciones.

4. En los casos en que se reconozcan los esfuerzos de individuos o de grupos, es importante que se haga de tal modo que se glorifique a Dios por el éxito obtenido, en lugar de fomentar la exaltación de la persona.

5. Han de prepararse programas o actividades que brinden cierto nivel de éxito a cada persona, para que la ayude a conservar su individualidad, identidad, personalidad y dependencia constante de Dios. Cada participante deberá recibir algún grado de reconocimiento, a fin de contribuir a evitar la extravagancia y las diferencias extremas.

6. Al reconocer los logros de alguien individualmente, ha de buscarse la manera de que el beneficiado mejore su nivel de eficiencia y eficacia en la obra del Señor.

7. Los informes estadísticos sobre el crecimiento de la feligresía o de las finanzas han de utilizarse para fomentar las buenas obras y no como medios para expresar actitudes de rivalidad creadas para mejorar la eficiencia de las organizaciones.

8. Los procedimientos internos de calificación en las instituciones educativas han de reflejar el crecimiento y el desarrollo personal del alumno de forma individual y su dominio de los requisitos esenciales de cada asignatura, en lugar de su superioridad o inferioridad con respecto a sus compañeros.

9. Toda actividad que limite el éxito potencial a unos pocos ha de ser:

a. Interrumpida.

b. Limitada a casos puntuales en el marco de actividades recreativas.

c. Usada como herramienta necesaria para contribuir a la identificación de cualidades básicas que se requieren para ingresar a una profesión específica (por ejemplo, exámenes de aptitud o requisitos de ingreso a un centro de formación profesional).

10. La construcción y la ampliación de templos e instituciones ha de tener como propósito satisfacer una necesidad y cumplir una función, con la debida consideración por el buen gusto, las demandas estéticas y la sencillez arquitectónica. Todo intento de erigir edificios que superen o rivalicen con los de una institución o asociación hermana se considerará incompatible con los principios adventistas.

«No debemos fiar en el reconocimiento del mundo ni en la distinción que nos pueda dar. No debemos tampoco tratar de rivalizar, en cuanto a dimensiones y esplendor, con las instituciones del mundo […]; sino cultivando un espíritu manso y humilde como el de Cristo» (Testimonios para la iglesia, t. 7, p. 100).

11. Como la rivalidad y las actitudes egoístas pueden tener su origen en el hogar, es necesario que los padres cultiven en sus hijos cualidades que los ayuden a evitar la rivalidad egoísta en el futuro.

Actividades de iglesia con elementos de competitividad

No hemos de confundir la rivalidad destructiva con los niveles de rendimiento exigibles y las presiones que resultan de ellos. Se reconoce que en todos los ámbitos de la iglesia puede haber niveles mínimos de rendimiento que serán establecidos por las organizaciones y sus respectivas comisiones. Las orientaciones dadas más arriba han de aplicarse a todas las actividades y programas de iglesia, asociaciones e instituciones, tales como:

1. Campañas.

2. Concursos en las instituciones educativas, en los clubes de conquistadores, de oratoria, concursos bíblicos.

3. Actividades recreativas, incluidos los programas deportivos.

4. Sistemas de calificación.*

5. Becas y honores académicos.

6. Luchas por ocupar cargos.

7. El diseño, el estilo y las dimensiones de los edificios.

8. Los blancos de iglesia.

Los programas de motivación

Dado que resulta esencial contar con líderes preparados para poder implementar y regular los programas de motivación, son oportunas las siguientes observaciones:

1. El liderazgo. Al seleccionar líderes para los programas de la iglesia, han de enfatizarse las siguientes cualidades:

a. Espiritualidad, dedicación, experiencia y capacidad organizativa.

b. Capacidad para obtener el respeto de los estudiantes y de otros líderes, y de conservar la autoridad y la disciplina adecuadas.

c. Compromiso con el propósito y las metas especificadas en la presente declaración.

d. Saber desafiar e inspirar a los participantes para que tomen parte con entusiasmo en el logro de las metas especificadas en esta declaración.

e. Conocimiento de las actividades en las que participan, y de sus implicaciones físicas, mentales, sociales y espirituales.

2. Salvaguardas y controles. La experiencia ha demostrado la necesidad de establecer salvaguardas y controles apropiados en las actividades de la iglesia. Su implementación incluye lo siguiente:

a. La obtención y el uso de equipos e instalaciones apropiados, que cuenten con todas las medidas de seguridad necesarias.

b. La planificación del transporte de grupos de la iglesia bajo la conducción y dirección de adultos responsables.

c. La observancia del sábado, absteniéndose de viajar por motivos seculares y, en la medida de lo posible, por actividades religiosas.

d. La garantía de que se cuenta con la suficiente cobertura de seguros para proteger tanto a los participantes como a los equipos que utilizan y el medio de transporte.

e. La protección de la salud y la seguridad de los grupos que viajen evitando, tanto como sea posible, viajar de noche, comer a horarios irregulares y alojarse en lugares que carezcan de instalaciones adecuadas.

Actividades físicas y recreativas organizadas

1. Objetivos de las actividades físicas

a. Mejorar el desarrollo físico y las funciones corporales de los participantes

b. Desarrollar las funciones motoras y las habilidades básicas por medio de actividades que estén en armonía con los principios presentados en esta declaración.

c. Corregir los defectos que puedan ser corregidos y mejorar la condición física general de cada participante, de tal manera que pueda beneficiarse de un programa de ejercicios diseñado adecuadamente.

d. Lograr el desarrollo mental e intelectual por medio del uso de estrategias, la toma de decisiones bajo presión y la organización del pensamiento, elementos que son necesarios para desenvolverse con éxito.

e. Desarrollar el carácter de manera que se adquiera autodisciplina, confianza propia, equilibrio emocional, respeto por los derechos de los demás y una conducta moral y ética fundamentada en los principios cristianos.

f. Brindar experiencias físicas adecuadas y reconocer los logros alcanzados de manera que estos contribuyan al autoconocimiento, la estabilidad emocional y las relaciones sociales basadas en la cooperación.

g. Cultivar las cualidades espirituales y las características sociales que debe tener un buen ciudadano con moral y ética cristianas, para que lo orienten en las relaciones humanas.

h. Desarrollar las capacidades recreativas que le permitirán sacar el máximo partido de su tiempo libre a lo largo de la vida.

i. Adquirir conocimientos básicos de seguridad y autoprotección que incrementen la capacidad de protegerse y de ayudar a otros en las actividades diarias y en casos de emergencia. Deben evitarse el adiestramiento en las artes marciales y las actividades físicas que se basan en la agresividad y la competitividad.

j. Desarrollar la percepción de los valores estéticos inherentes a las actividades físicas y recreativas.

k. Promover el amor por la naturaleza y el aire libre, y reconocer la contribución que cada uno puede hacer para vivir una vida más feliz y plena.

l. Contribuir al desarrollo de una filosofía de vida que incluya actitudes y prácticas apropiadas en relación con el cuidado personal del cuerpo. Este enfoque equilibrado del desarrollo físico, mental, social y espiritual ha sido y puede ser fomentado por actividades tales como:

1. La recreación al aire libre y las actividades en la naturaleza tales como: la natación, el ciclismo, la hípica, el esquí, el piragüismo, la gimnasia, la jardinería, el montañismo, los campamentos, la recolección de rocas [minerales, fósiles], el buceo, la espeleología y otras actividades recreativas similares.

2. Los pasatiempos recreativos tales como: la cerámica, el tallado de piedras, la mecánica de automóviles, la agricultura, la carpintería y la ebanistería, la escultura y la fotografía.

3. Programas organizados y bien dirigidos, que impliquen la participación de todos los integrantes que deseen formar parte de un equipo.

Actividades recreativas internas

Por actividades internas nos referimos a las que se limitan a los miembros de una iglesia, escuela o institución. Cuando se las lleva a cabo en forma adecuada, pueden contribuir al desarrollo del carácter y la buena forma física, y fomentar las relaciones sociales saludables. Para garantizar la obtención de beneficios saludables, se aconseja seguir las siguientes recomendaciones:

1. Establecer una comisión representativa de dirigentes y participantes para planificar y regular las actividades recreativas organizadas por la iglesia, la escuela o la institución.

2. Los directores de actividades físicas deberían ser conscientes de la necesidad que tienen los participantes de contar con un programa equilibrado que incluya actividades recreativas más allá de las deportivas.

3. Clasificar a los participantes sobre la base de factores tales como la corpulecia, la edad y su habilidad, y también hacer provisión para incluir a todos los que quieran participar.

4. Tomar precauciones para proporcionar el equipo y las instalaciones adecuados, por el bien de la salud y la seguridad.

5. Orientar a participantes y espectadores sobre la filosofía y los objetivos especificados en esta declaración debería ser un requisito para toda actividad física organizada.

6. Evitar los excesos en las reacciones de los equipos y los espectadores, y contar con dirigentes bien calificados que garanticen un espíritu sano de participación.

7. Rotar a los integrantes de los equipos a fin de disminuir los niveles de rivalidad.

Los deportes intercolegiales

La Iglesia Adventista del Séptimo Día se opone a las ligas intercolegiales (llamadas por lo general competencias interuniversitarias) en su sistema educativo. Las razones principales para ello son:

1. Los riesgos que conlleva la rivalidad competitiva suelen multiplicarse en eventos de este tipo.

2. Los recursos económicos, el personal y el tiempo que se destinan a estas actividades por lo general son desproporcionados con respecto al número de personas que pueden participar.

Conclusiones

1. Los cristianos deben actuar bajo los motivos más elevados en su búsqueda de la excelencia atlética.

2. Los juegos amistosos entre instituciones que se celebran en reuniones sociales conjuntas, no son considerados actividades deportivas internas ni intercolegiales.

3. Todos, unos más y otros menos, poseemos talentos. Dios espera que seamos fieles en el servicio independientemente de los talentos o la recompensa (Mat. 20: 1-16). Aun cuando Dios distribuye los talentos en forma diferente, espera que desarrollemos los que hemos recibido al máximo de nuestras posibilidades, y nos dará responsabilidades de acuerdo con nuestra fidelidad. Las Escrituras nos recuerdan: «Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís» (Col. 3: 23).

 

Declaración aprobada por la Junta Directiva de la Asociación General durante el Concilio Anual celebrado en Nairobi, Kenia, el 7 de octubre de 1988.

* Reconocemos que, en muchos sistemas educativos, la promoción de un nivel educacional a otro se basa en las calificaciones obtenidas en exámenes competitivos. Los exámenes de admisión a las escuelas profesionales y de posgrado (que conceden la titulación necesaria para ejercer determinadas profesiones) permiten que ingresen quienes obtienen mejores calificaciones en estas pruebas, o durante el curso escolar. En muchas carreras que reciben un número de solicitudes mayor que el de plazas disponibles, el éxito se alcanza solamente cuando se obtiene un mejor desempeño que los demás. Dado que algunos aspectos de la competitividad son inherentes a la vida moderna, el cristiano genuino intentará minimizarlos tanto como le sea posible. Se espera que las orientaciones presentadas en este documento sean útiles para eliminar la rivalidad egoísta o la competitividad malsana que tanto daño causan al desarrollo del carácter cristiano.

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