Se recomienda que se apruebe el siguiente llamamiento a la iglesia mundial en relación con la conservación de los miembros y la recuperación de exmiembros; y a la vez fomentar la amplia circulación de este llamamiento entre los dirigentes de la iglesia y las congregaciones locales.
Un llamamiento a la conservación de los miembros
Los adventistas de todo el mundo se regocijan por el rápido crecimiento de la feligresía en los últimos años. La Iglesia ve en esto una evidencia de la dirección del Espíritu Santo y un cumplimiento de las profecías de la Biblia (Mat. 24: 14, Apoc. 14: 6, 7). Aunque la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha bautizado más de cinco millones de personas entre 2000 y 2005, las pérdidas de miembros durante ese período casi han alcanzado la cifra de 1.4 millones. Los datos actuales señalan que las pérdidas anuales de miembros, sin contar las muertes, constituyen aproximadamente un 28 por ciento de las incorporaciones. Parte de la pérdida se produce entre los conversos recientes, pero este trágico resultado no se limita a los nuevos miembros.
Hay diversas razones que llevan a los miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día a abandonarla. No es realista esperar que la Iglesia alcance un punto en el que su tasa de conservación sea del ciento por ciento. A pesar de ello, esto no debería servir de excusa para no crear y mantener de manera consciente un entorno de edificación de todos los miembros. Las investigaciones sobre las razones por las que los miembros abandonan la Iglesia Adventista del Séptimo Día indican que los factores sociales y de relaciones humanas son mucho más relevantes que los desacuerdos con las enseñanzas distintivas.
Las razones que citan más a menudo las personas que han abandonado su iglesia local tienen que ver con las relaciones humanas, la falta de un sentido de pertenencia y de participación activa en la congregación local y con su misión. Por consiguiente, debería poder evitarse la pérdida de miembros por esas razones.
Los adventistas entienden que los eventos de los últimos días vendrán acompañados de miles y miles de personas que se volverán a Dios, buscando los fundamentos espirituales de la vida, y que se identificarán con una comunidad de creyentes que se aferre con firmeza a las enseñanzas de la Biblia. Tanto miembros como dirigentes de la iglesia en todo el mundo siguen poniendo un gran énfasis en el evangelismo y el crecimiento de la iglesia, porque creen que en un futuro cercano se producirá un crecimiento aun mayor y más veloz de la feligresía.
Con el propósito de preparar a la iglesia para esta gran afluencia de miembros, recuperar a los miembros que la han abandonado, y prevenir las pérdidas actuales de miembros, la Junta Directiva de la Asociación General hace un llamamiento a los miembros y los dirigentes de la Iglesia de todo el mundo a que den la máxima prioridad al asunto de la conservación y recuperación de miembros. Esto implica conocer las razones de la pérdida de miembros en cada iglesia local y dedicarse a buscar formas de incrementar la capacidad de la iglesia de atraer, recuperar, conservar e implicar a sus miembros en la misión de la iglesia.
Si bien la respuesta que se dé a este llamamiento ha de variar de lugar en lugar y reflejar la diversidad cultural que es tan evidente en la familia de la Iglesia mundial, hay ciertos aspectos que son universales. Por ejemplo, la vida espiritual de una persona tiene que ser alimentada por medio del estudio de la Biblia y de la oración. Sabemos también que para conservar a los nuevos miembros, son esenciales varios factores. Si falta alguno de ellos, el miembro podrá debilitarse, pero tal vez sobrevivirá. En cambio, si faltan dos de ellos, es muy probable que ese feligrés abandone la comunión de los miembros de la iglesia. Dichos factores son:
1. Han de ser capaces de expresar sus creencias.
2. Han de tener amigos en la congregación.
3. Han de integrarse en un ministerio personal que les resulte significativo.
Cada miembro, haya sido bautizado hace poco o mucho, debería tener la posibilidad de desarrollarse en un entorno donde pueda crecer espiritualmente, adquirir un sentido de identidad y pertenencia, y usar sus dones espirituales para el progreso de la misión. La creación de un entorno de esas características requiere mucho más que un programa; necesita también de la creación de una atmósfera donde reine el amor, donde cada miembro se preocupe de manera personal por los demás.
Las personas que se unen a la Iglesia Adventista del Séptimo Día provienen de los ámbitos y las experiencias más variados. No todos los miembros se encuentran en el mismo nivel de desarrollo espiritual. No obstante, todos deberían hallar en la comunión de la iglesia un lugar donde puedan seguir creciendo en la fe. Pedro nos dice: «Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor, porque el amor cubrirá multitud de pecados. Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones. Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1 Ped. 4: 8-10).
Las siguientes acciones ayudarán a hacer que esto sea una realidad:
1. Junto con la planificación y el presupuesto anual destinados a evangelismo, las comisiones y las juntas de las iglesias locales deberían evaluar la capacidad de conservación de miembros en su territorio. Esto demandará una cuidadosa revisión de las medidas que se toman para el cuidado de la feligresía, junto con los patrones de ganancia y pérdida de miembros. El análisis de la situación debería seguirse de los pasos necesarios para analizar la capacidad que tiene la iglesia de introducir cambios.
2. Los miembros recién bautizados deben recibir formación continua sobre las enseñanzas básicas de la Biblia como parte de un programa de seguimiento durante un período de varios meses con posterioridad al bautismo.
3. Se debe garantizar que los métodos misioneros que usa la iglesia toman en consideración de qué manera los nuevos miembros pueden llegar a integrarse a la vida de la familia de la iglesia y progresar en el sendero del discipulado. Esta planificación debería incluir la formación de amistades, la comunión en grupos pequeños, la participación activa en la testificación y, en su carácter de miembros de la congregación local, la incorporación en funciones y responsabilidades concretas.
4. Diseñar ministerios que respondan a las necesidades de desarrollo y espirituales de los niños, los adolescentes y los jóvenes, reafirmándoles el valor que tienen ellos para la iglesia al brindarles oportunidades de instrucción y encomendarles diversas responsabilidades.
5. Asegurarse de que la provisión de lugares adecuados de culto constituye una parte integral de las iniciativas de evangelización que incorporan nuevos miembros a la comunión de la iglesia. No se debería permitir ningún programa que no tenga en cuenta este requisito básico.
6. Es preciso instruir a los miembros para que aprendan a establecer de nuevo contacto con quienes han dejado de asistir a la iglesia. En muchos casos, el regreso de los que fueron miembros en el pasado representa un desafío mayor para la congregación que la aceptación de nuevos conversos. Se necesita prestar cuidadosa atención para facilitar la restauración de las relaciones y hacer realidad esa reconciliación que fluye del perdón y la aceptación que recibimos por medio de Jesucristo.
La Junta Directiva de la Asociación General alaba a Dios por el rápido crecimiento que se está produciendo en muchos lugares. El evangelismo es la misión de la iglesia. Felicitamos a los dirigentes y a los miembros por hacer que esta sea una prioridad tanto en la planificación como en el presupuesto. Debemos continuar con esta tarea y, al llevarla a cabo, hemos de mostrar el interés que mostró el Buen Pastor hacia sus ovejas descarriadas.
Acuerdo de la Junta Directiva de la Asociación General del 10 de abril de 2007 en el Concilio de Primavera de Silver Spring, Maryland.