Desde su misma fundación, la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha prestado especial interés a la temperancia y a la lucha contra el consumo y la distribución de bebidas alcohólicas, tabaco y otras drogas. Aunque algunas confesiones cristianas han disminuido su énfasis en este asunto, los adventistas continuamos oponiéndonos con determinación al consumo de alcohol, tabaco y otras drogas. La Iglesia defiende la abstinencia de esas sustancias dañinas, tal y como se establece con claridad en nuestras Creencias Fundamentales.
Se ha constatado que en algunas partes del mundo hemos descuidado la promoción dentro de la iglesia de los principios de la verdadera temperancia. Esta situación, agravada por las incansables campañas publicitarias de las industrias de bebidas alcohólicas y tabacaleras, ha mostrado que los adventistas no hemos sido inmunes a estas influencias negativas e insidiosas.
De vez en cuando se plantea el problema del ofrecimiento de fondos a organizaciones religiosas por parte de las industrias de bebidas alcohólicas y tabacaleras. La posición de la Iglesia Adventista del Séptimo Día es que tales fondos no deben ser aceptados por la Iglesia ni por ninguna de sus instituciones. El dinero proveniente de ofertas como esas está manchado por la miseria humana y, en el caso de estas industrias, «llega a través de la pérdida de vidas humanas» (Elena G. de White, Review and Herald, 15 de mayo de 1894). La Iglesia Adventista del Séptimo Día tiene la responsabilidad evangélica de censurar el mal y de no alabar ni estimular a quienes fabrican «venenos que acarrean miseria y ruina» y cuyo «negocio viene a ser un robo» (Elena G. de White, El ministerio de curación, cap. 27, pp. 231-232).
La Iglesia Adventista del Séptimo Día reafirma su posición histórica en cuanto a los principios de temperancia, mantiene sus normas y programas en apoyo de la Creencia Fundamental número 22 (ver Manual de la Iglesia, edición 2010, p. 178), e insta a todos sus miembros a reafirmar y manifestar su compromiso de abstenerse del alcohol, el tabaco y el consumo de drogas. El Concilio Anual de 1992 nos llama a un reavivamiento de los principios de temperancia dentro de la Iglesia, e insta a los miembros y a las organizaciones de la Iglesia a no aceptar donaciones ni favores de las industrias productoras de bebidas alcohólicas o de tabaco.
Declaración aprobada el 11 de octubre de 1992 por la Junta Directiva de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día durante el Concilio Anual celebrado en Silver Spring, Maryland, Estados Unidos.