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Declaraciones oficiales

Las minorías religiosas y la libertad religiosa

A lo largo de la historia, las minorías religiosas con frecuencia han sufrido discriminación y persecución directa. En la actualidad, la intolerancia y los prejuicios religiosos se hallan de nuevo en auge. A pesar de que se afirma que todos tienen libertad de sostener y difundir sus creencias religiosas y de cambiar de religión —afirmación recogida en los documentos de las Naciones Unidas que conforman la «Carta Internacional de Derechos Humanos»— muchos países niegan este derecho a sus ciudadanos.

Los instrumentos internacionales condenan la discriminación contra las minorías, pero resulta trágico que algunos países hayan publicado listas de grupos religiosos a los que consideran sectas potencialmente peligrosas. Se han creado comisiones en contra de las sectas, se ha adiestrado personal para que las investiguen y se han publicado leyes restrictivas. Centenares de miles de creyentes inocentes están ahora bajo la sospecha oficial y son tratados como ciudadanos de segunda clase. Todo esto viola la libertad religiosa, que es el derecho fundamental más básico y esencial de la humanidad. Los adventistas creen en la obediencia a las leyes del país en que viven, siempre y cuando no entren en conflicto con las leyes de Dios. Sin embargo, se oponen a cualquier ley, reglamento o actividad que represente una discriminación contra las minorías religiosas.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día aboga por la libertad religiosa para todas las personas y por la separación entre la iglesia y el estado. Las Escrituras enseñan que el Dios que dio la vida también otorgó el libre albedrío. Él acepta únicamente la adoración que se le ofrece de forma voluntaria. Los adventistas también creen que la ley tiene que ser aplicada a todos por igual y sin favoritismos arbitrarios. Sostienen asimismo que ningún grupo religioso debería ser juzgado por el extremismo de algunos de sus partidarios. La libertad religiosa es coartada cuando se usa para mostrar conductas agresivas o violentas que contravienen los derechos humanos de los demás.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día respalda el artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y otros instrumentos internacionales y, en armonía con sus creencias e historia, se encuentra plenamente comprometida a promover, defender y proteger la libertad religiosa de todas las personas y en todo el mundo. Con ese fin, seguirá cooperando con la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y con otras entidades y organizaciones religiosas internacionales para alentar a todas las naciones a que protejan el derecho fundamental de la libertad religiosa. Asimismo, seguirá fomentando el diálogo y un mejor entendimiento entre las autoridades gubernamentales y los integrantes de las minorías religiosas.

 

Declaración aprobada por la Junta Directiva de la Asociación General, el 29 de septiembre de 1999, en el Concilio Anual en Silver Spring, Maryland.

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