Se acuerda aprobar y remitir a todas las divisiones y a las uniones de su territorio el documento «Cuestiones fundamentales para la Iglesia Adventista del Séptimo Día», que se presenta a continuación:
«La misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día es proclamar el evangelio eterno a todos los pueblos, en el contexto de los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14: 6-12, llevándolos a aceptar a Jesús como su Salvador personal, instándolos a unirse a su iglesia y edificándolos de manera que se preparen para su pronto regreso» (Reglamentos eclesiástico-administrativos de la Asociación General A 05).
Esta declaración de misión constituye el fundamento sobre el cual se determina lo que se especifica a continuación.
El ideal de Cristo para su iglesia es que refleje la majestad de su fundador, porque fue Cristo quien dijo: «Edificaré mi iglesia». Cristo también afirmó que desea presentarla ante su Padre como una iglesia perfecta, sin mancha ni arruga. Este ideal será alcanzado cuando los miembros respondan al amor que Cristo mostró en la cruz, sometiéndose humildemente a la autoridad de Cristo según se expresa en las Sagradas Escrituras, y dependiendo únicamente del poder de la presencia y de la dirección del Espíritu Santo.
En respuesta a la misión de Cristo, la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día atribuye la máxima importancia a tres cuestiones fundamentales: la calidad de vida, la unidad y el crecimiento. Es nuestro sincero deseo que en la conformación de la comunidad de la fe, cada integrante viva la experiencia de un compromiso incondicional con Cristo. Este compromiso dará como resultado una experiencia personal rebosante de gozo y amor, la participación activa en la vida de la iglesia, y el servicio compasivo hacia el mundo.
Los dirigentes de la Asociación General diseñarán y llevarán a cabo una acción al campo mundial que ponga de manifiesto la autoridad de Jesucristo sobre la Iglesia Adventista del Séptimo Día por medio de:
1. La calidad de vida personal y colectiva se pone de manifiesto mediante:
a. Miembros cuyas vidas muestren y ejemplifiquen el gozo de la salvación, la restauración y la anticipación del mundo venidero.
b. Grupos de estudio semanal de la Biblia para todas las edades, con un currículo apropiado.
c. Cultos comunitarios cada sábado.
d. El desarrollo de una vida de oración personal, familiar y comunitaria.
e. La formación continua que enseñe a discipular, testificar y participar de las actividades de la iglesia local.
f. El conocimiento y la participación en la obra mundial de la Iglesia.
g. La edificación de los miembros de todas las edades de acuerdo con sus diversas necesidades, llevándolos a descubrir cuáles son sus dones espirituales.
h. Adventistas que sean ciudadanos modelos y que como tales los perciban sus comunidades, y cuyos valores intelectuales, materiales y espirituales vayan acompañados de la compasión y el servicio.
2. La unidad de la iglesia, que se pone de manifiesto con:
a. La coherencia doctrinal, resultante de que la Iglesia mundial, dirigida por del Espíritu Santo, ha aceptado unas Creencias Fundamentales que tienen sustento bíblico y son cristocéntricas.
b. La unidad de los creyentes, la cual se manifiesta mediante la creación y preservación de una comunidad que acepta la diversidad cultural y étnica.
c. La cohesión de la organización, que se manifiesta en una identidad eclesiástica local y mundial distintiva basada en el sistema organizativo aprobado por la Iglesia mundial.
3. El crecimiento de la iglesia, que se pone de manifiesto mediante:
a. Miembros que tengan una rica experiencia espiritual, que hayan descubierto cuáles son sus dones espirituales, y que estén comprometidos con la testificación activa.
b. Índices cada vez más positivos de ingreso y conservación de miembros en las iglesias locales.
c. Un impacto positivo de la presencia adventista en una comunidad determinada.
d. El número de iglesias que se establezcan en zonas no alcanzadas.
e. La transmisión del legado y la misión de la Iglesia a la siguiente generación.
Acuerdo de la Junta Directiva de la Asociación General del Concilio de Primavera de abril de 2002.